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17/9/12

Crestas de la Demanda 2012 ¿Nos hemos vuelto locos?

A las nueve en punto la organización lo tenía perfectamente dispuesto en la plaza del bonito pueblo de Ezcaray, que estaba volcado con el evento. No había demasiado nerviosismo por salir bien colocado y los doscientos tres mtbteros nos repartíamos con tranquilidad por la plaza lo que hacía presagiar que ésta era una ruta de resistencia pura; eran los momentos previos al combate. 




Pronto empezamos a pedalear, ya solo quedaban 100km .  El  tema de la comida y bebida lo llevaba bien estudiado y no era una preocupación, no en vano pasan las dos décadas que llevo haciendo éste tipo de maratones. La ruta tenía sobre el papel cuatro subidas y la segunda parecía especialmente dura ya que se partía de 900m y se llegaba a los 2000 de altitud, sobre el km 40 de ruta. 

Algunos bikers se marcharon en cabeza en solitario y detrás marchaba un grupo de unos seis y a unos 100m marchaba otro grupito de unos siete, tras ellos íbamos dos. Pensé que iba bien colocado ahí y, aunque el ritmo era un poco alto para todo lo que quedaba, me quedé a rueda a ver si podíamos contactar con el grupito de delante. 

 El chico era de éstos un poco pasotas, sin depilar, con aspecto semi-endurero, pero que están fuertes como el vinagre y se apuntan a todo lo que sale, llevaba una camiseta del Soplao.  Mis colegas del club Factorbike habían quedado atrás y oskitar, amigo y compañero en mil batallas, iba detrás de mí.  A media subida vi como oskitar se había descolgado y me preocupé un poco, normalmente el sube mejor que yo y ahora más todavía que aún me quedan siete kg de peso por bajar, pero yo me sentía bien y decidí tirar para adelante.
Pronto iniciamos la segunda subida y me di cuenta que tenía más pendiente de lo que parecía en el papel. Había zonas en las que iba con 30-23 a 15km/h algunas de 30-26 a 11-12km/h pero había muchas de usar el 30-30!! y subir a 9km/h y pensé que no era posible hacer buena media con esa marcha, pero la pista no daba para más, estaba bastante inclinada. Bien, todo iba bien, buenas sensaciones y desconecté un poco pensando en mis problemas personales que últimamente tengo muchos y graves. 


Dándole vueltas a esto y a lo otro, pasaron los kilómetros entre parajes preciosos y vistas espectaculares. Casi coronando me cogió oskitar e incluso tiró para delante unos 100m. Yo iba con tres carreteros que sólo hablaban de entrenamientos, pulsaciones y cosas por el estilo. En el minuto uno desconecté de su conversación pero llevaban buen ritmo. Estábamos  a 1950 de altitud con lo que decidí dejar marchar a mi amigo porque la bajada empezaría en breve y ahí le cogería seguro. 

Bajé a tumba abierta pero justo antes del tercer control (km 45 más o menos) me di cuenta que la rueda trasera estaba en el suelo. Enseguida alguien estaba a mi lado con una bomba de pie, le dimos aire y la giré para que sellara con el liquido sellante, pero perdía mucho por un flaco, como si hubiera destalonado. Después de un rato parecía que ya no perdía pero no quise arriesgar y coloqué una cámara (que es como mejor funcionan las tubuless) cuando terminé alguien me había llenado el camelbak lo cual agradecí enormemente. La organización, genial. Cuánto habría perdido? 6-7 min? 10? Uff oskitar se me había ido.
Venían unos kilómetros de sube-baja por un camino que rondaría los 1900 metros de altitud. Las vistas eras fascinantes, o eso creo, porque iba envenenado pensando que me habrían pasado unos veinte bikers. Comencé a pasar gente con bastante alegría y antes de iniciar la bajada llevaba 15km/h de media, según lo previsto para ese punto  más o menos. 

 

Bajé todo lo rápido que pude jugándomelo a doble o nada porque sabía que cualquier llantazo o problema con la rueda me dejaba fuera. Los trinquetes del buje trasero se aliaron en mi contra y succionaban la cadena, forzándome a sentarme y pedalear en vacío constantemente para que enganchara de nuevo. Debería haberle hecho caso a mi amigo Alex y haberlos engrasado el día antes, pero ya era tarde para deliberaciones, así que a tope hacía abajo en busca del oskitar, no se me podía escapar!! 

En el km 68 comienza la tercera subida lo que en el perfil se ve como una tachuela, la antesala de la última subida que tenía mucho peor pinta. 

Comienza bruscamente y discurre al borde un río absolutamente idílico si no fuera porque tenía unos rampotes de consideración. Parecía no acabarse y de tachuela unos gu… puff menudo tocho! alcancé a dos chicos que debían ser de la zona y les pregunté que cuánto quedaba, me dijeron: no mucho, pero preocúpate mejor de la siguiente que es muy dura. Me quedé a rueda, sabía que los últimos 10km eran de bajada pero todavía me quedaban 20km para llegar a ese punto. 

Empecé a calcular la media que llevaba, preveía llegar en poco más de seis horas lo cual estaba bastante bien, me quedaba un gel y era momento tranquilizarse. Pero al final de una rampa, de pie sobre la bici con un pedaleo típico de su época de carretero… veíase a lo lejos el culo del oskitar!! Km 73. 

Sin subir el ritmo le cogimos y uno de los chicos siguió para adelante. Yo me puse a rueda de mi amiguete y entramos en un sendero muy divertido previo al último avituallamiento del km 80. Empecé a notar esa típica euforia pre-pájara. 

 

Las fuerzas estaban justitas. Nos dijeron que quedaban 8km de subida y luego todo bajada, pero tuve la sensación de que algo no iba bien, como un mal presagio de una encerrona. Bebí bien y no paré apenas, quería que todo pasara cuanto antes. Oskitar se quedó haciendo un pipí y yo fui tirando, sabía que me cogería. Empecé con buen ritmo pero pronto empezaron las pendientes fuertes y el sol era de justicia, debían ser poco más de las dos. 

Tras tres km  de fuerte subida, donde alcanzaba mi vista, el camino parecía entrar en una zona frondosa y me pareció ver caminando a un chico que veía a lo lejos. No presté atención, además por la disposición del terreno creía que ahí debía haber un descanso y el camino debía discurrir por la ladera boscosa.
Cuando llegué a la valla, antes de la zona arbolada, lo último que vi  en el camino fue la sombra de una guadaña. El camino se empinaba aun más en una recta sin fin y el pánico me invadió de repente. 

Estaba power off, subía a 5km/h y empecé a pensar que tendría que poner pie a tierra. Pero no era posible, la rampa debía tener un 17% o así pero no era para echarse al suelo, no Mazinger, no, no lo pienses, no.
Seguí  unas centenas de metros, pero la debilidad abrió la puerta a todo tipo de demonios y me invadieron todos mis miedos. Sólo miraba el cuenta, comprobé diez veces que tenía puesto todo el desarrollo, calculaba que me quedaban 4km de subida, sudaba a chorros… al intentar espantar un moscón que se había puesto en mi brazo me desequilibré, di un bandazo y… puse pié a tierra!!! Buahhh respiré 15 segudos y, como si no me hubiera visto nadie, monté de nuevo y seguí. 

Tras una curva se veía el camino que se perdía en la ladera de la montaña y a lo lejos tres chicos iban andando con la bici arrastras. No podía ser!! Estábamos entre los veinte primeros!! Pensé que a ese paso me quedaban tres cuartos de hora de subida, pensé que no tenía fuerzas, pensé que me había dicho un lugareño que en la parte final había una zona de barbecho brutal, pensé que además de lo perdido en el pinchazo perdería media hora aquí por no calcular bien las fuerzas, pensé, pensé,  pensé… puse pie a tierra. Empujé la bici hasta un pequeño descanso, miré hacia atrás y vi al oskitar que venía dando riñonadas, con molinillo, pero montado. Me alcanzó y me puse a rueda un rato. 

 

No podía, necesitaba parar de nuevo, aproveché una pequeña sombra para parar y coger aliento. Miró hacia atrás y me vio. Los dos comprendimos que definitivamente nos separábamos y en ese momento se me puso un nudo en la garganta, así fue. Ya no era una cuestión de perder más o menos tiempo por un mal cálculo en el esfuerzo, es que me quedaban tres putos kilómetros, sólo tres, pero no podía… no sé, creo que me entendéis.  

Empujé la bici casi el último kilómetro entero, no podía ni andar, estaba mental y físicamente derrotado. Como pude llegué arriba y empecé el descenso. Era una trialera bastante chula y, aunque soy un apasionado trialero, estaba deseando que se acabase porque me dolía todo: los tríceps, los riñones, la espalda…
A media bajada empecé a calcular cuánto me podría haber sacado oskitar, 10min, 12? Porque él también iba fundido. O sea tenía que recuperar un minuto por kilómetro, era difícil pero no imposible. Los brazos no me respondían, las trazadas eran de aquella manera, la bonita (mi bici) iba por donde ella quería, pero… merecía la pena un último esfuerzo, no podía ser de otra manera, Mazinger estaba derrotado pero no destruido. Di pedales como un autómata… reflejamente. Llegué a meta… por poco, pero no pude cogerle. Alguna lágrima me llegó a asomar de nervios, rabia, impotencia, no por nada sino porque lo podría haber hecho mejor, media hora menos seguro. Pero daba igual. Entré el veintitantos, no se. Ya solo pensaba en una cervecita fresquita.

 

Cuando me recuperé pensé: adonde estamos llegando? Donde nos lleva esta tendencia? Se nos está olvidando hacer rutas divertidas en las que descubrir senderos, pistas y trialeras diferentes a los que solemos hacer en nuestras zonas. Con dureza, si, por qué no, pero dentro de un límite.
Estamos convirtiendo las maratones en gestas, en machadas, cuanto más duras mejor, en las que el reto es hacerla o no hacerla, donde los bikers tienen como recompensa su  propio ego, el de decir: yo estuve allí y la acabé. Nos hemos reducido a eso. 

¿La nueva vara de medir a un mtbtero es el tiempo que haces en los 10.000 del Soplao? Y pagamos por eso. Los que vamos “a correrlas” no podemos disfrutarlas porque, qué huevos! son 100km con casi 4000m de desnivel y hacer eso a tope es un desgaste físico monumental, épico. Los que van “a disfrutarlas” tienen la presión del fuera de control y la mayoría no pueden acabarla, porque además las organizaciones  quieren recoger pronto el tinglado e irse a casa. 

Después de dos años de parón, éstos últimos meses he ido cogiendo la forma perdida y he realizado: El soplao (165km 4500m), Riaza B-pro  (80km 1500m), Campeonato de Madrid Maratón (88km 2400m), Pedals de foc non stop (220km 6200m), Rompepiernas B-pro (40km 950m), El sacacorchos (55km 1100m) y Crestas (104km 3700m) y os puedo asegurar que ni en el Soplao ni en la Pedals ni en Crestas he podido disfrutar del mountain bike a tope. 

He disfrutado porque he ido con amigos con los que partirnos el pecho, jejeje pero poco más. Mi amigo Alex lleva montando cuatro o cinco años y, pasados ya los cincuenta, fue un privilegiado de los que terminamos las crestas. Pedaleó más de nueve horas para acabar. 


Es un biker de los que diseña rutas para el club, un apasionado. Se ha ido toda la semana con la mujer a Ezcaray para disfrutar del entorno. Estoy convencido de que durante la ruta ha disfrutado del track, las pistas, vistas, parajes etc que sinceramente son espectaculares. Pero de igual modo estoy convencido de que el 90% de su satisfacción por la noche fue el pensar Si, la he terminado! No ha podido conmigo! La sensación de haber crecido como biker! Jejej es una máquina! 

Los otros cinco chicos del club no pudieron terminarla (acabaron poco más de la mitad de los que participaron).  Pero tendríamos que reflexionar sobre esto. Demasiado dura, pero el año que viene habrá 500 bikers!!! Estamos locos????

 Mazinger |  TodoMTB.com       mazinger@todomtb.es


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Crestas de la Demanda 2012 ¿Nos hemos vuelto locos? Reviewed by Administrador on 5:58 Rating: 5 A las nueve en punto la organización lo tenía perfectamente dispuesto en la plaza del bonito pueblo de Ezcaray, que estaba volcado con el ev...

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