A las nueve en punto la organización lo tenía
perfectamente dispuesto en la plaza del bonito pueblo de Ezcaray, que estaba
volcado con el evento. No había demasiado nerviosismo por salir bien colocado y
los doscientos tres mtbteros nos repartíamos con tranquilidad por la plaza lo
que hacía presagiar que ésta era una ruta de resistencia pura; eran los
momentos previos al combate.
Pronto empezamos a pedalear, ya solo quedaban
100km . El tema de la comida y bebida lo llevaba bien
estudiado y no era una preocupación, no en vano pasan las dos décadas que llevo
haciendo éste tipo de maratones. La ruta tenía sobre el papel cuatro subidas y
la segunda parecía especialmente dura ya que se partía de 900m y se llegaba a
los 2000 de altitud, sobre el km 40 de ruta.
Algunos bikers se marcharon en cabeza en
solitario y detrás marchaba un grupo de unos seis y a unos 100m marchaba otro
grupito de unos siete, tras ellos íbamos dos. Pensé que iba bien colocado ahí
y, aunque el ritmo era un poco alto para todo lo que quedaba, me quedé a rueda
a ver si podíamos contactar con el grupito de delante.
El chico era de éstos un poco pasotas, sin
depilar, con aspecto semi-endurero, pero que están fuertes como el vinagre y se
apuntan a todo lo que sale, llevaba una camiseta del Soplao. Mis colegas del club Factorbike habían
quedado atrás y oskitar, amigo y compañero en mil batallas, iba detrás de
mí. A media subida vi como oskitar se
había descolgado y me preocupé un poco, normalmente el sube mejor que yo y
ahora más todavía que aún me quedan siete kg de peso por bajar, pero yo me
sentía bien y decidí tirar para adelante.

Pronto iniciamos la segunda subida y me di
cuenta que tenía más pendiente de lo que parecía en el papel. Había zonas en
las que iba con 30-23 a
15km/h algunas de 30-26 a
11-12km/h pero había muchas de usar el 30-30!! y subir a 9km/h y pensé que no
era posible hacer buena media con esa marcha, pero la pista no daba para más,
estaba bastante inclinada. Bien, todo iba bien, buenas sensaciones y desconecté
un poco pensando en mis problemas personales que últimamente tengo muchos y
graves.
Dándole vueltas a esto y a lo otro, pasaron los kilómetros entre parajes preciosos y vistas espectaculares. Casi coronando me cogió oskitar e incluso tiró para delante unos 100m. Yo iba con tres carreteros que sólo hablaban de entrenamientos, pulsaciones y cosas por el estilo. En el minuto uno desconecté de su conversación pero llevaban buen ritmo. Estábamos a 1950 de altitud con lo que decidí dejar marchar a mi amigo porque la bajada empezaría en breve y ahí le cogería seguro.
Dándole vueltas a esto y a lo otro, pasaron los kilómetros entre parajes preciosos y vistas espectaculares. Casi coronando me cogió oskitar e incluso tiró para delante unos 100m. Yo iba con tres carreteros que sólo hablaban de entrenamientos, pulsaciones y cosas por el estilo. En el minuto uno desconecté de su conversación pero llevaban buen ritmo. Estábamos a 1950 de altitud con lo que decidí dejar marchar a mi amigo porque la bajada empezaría en breve y ahí le cogería seguro.
Bajé a tumba abierta pero justo antes del
tercer control (km 45 más o menos) me di cuenta que la rueda trasera estaba en
el suelo. Enseguida alguien estaba a mi lado con una bomba de pie, le dimos aire
y la giré para que sellara con el liquido sellante, pero perdía mucho por un
flaco, como si hubiera destalonado. Después de un rato parecía que ya no perdía
pero no quise arriesgar y coloqué una cámara (que es como mejor funcionan las
tubuless) cuando terminé alguien me había llenado el camelbak lo cual agradecí
enormemente. La organización, genial. Cuánto habría perdido? 6-7 min? 10? Uff
oskitar se me había ido.
Venían unos kilómetros de sube-baja por un
camino que rondaría los 1900
metros de altitud. Las vistas eras fascinantes, o eso
creo, porque iba envenenado pensando que me habrían pasado unos veinte bikers.
Comencé a pasar gente con bastante alegría y antes de iniciar la bajada llevaba
15km/h de media, según lo previsto para ese punto más o menos.


Bajé todo lo rápido que pude jugándomelo a
doble o nada porque sabía que cualquier llantazo o problema con la rueda me
dejaba fuera. Los trinquetes del buje trasero se aliaron en mi contra y
succionaban la cadena, forzándome a sentarme y pedalear en vacío constantemente
para que enganchara de nuevo. Debería haberle hecho caso a mi amigo Alex y
haberlos engrasado el día antes, pero ya era tarde para deliberaciones, así que
a tope hacía abajo en busca del oskitar, no se me podía escapar!!
En el km 68 comienza la tercera subida lo que
en el perfil se ve como una tachuela, la antesala de la última subida que tenía
mucho peor pinta.
Comienza bruscamente y discurre al borde un
río absolutamente idílico si no fuera porque tenía unos rampotes de
consideración. Parecía no acabarse y de tachuela unos gu… puff menudo tocho!
alcancé a dos chicos que debían ser de la zona y les pregunté que cuánto
quedaba, me dijeron: no mucho, pero preocúpate mejor de la siguiente que es muy
dura. Me quedé a rueda, sabía que los últimos 10km eran de bajada pero todavía
me quedaban 20km para llegar a ese punto.
Empecé a calcular la media que llevaba,
preveía llegar en poco más de seis horas lo cual estaba bastante bien, me
quedaba un gel y era momento tranquilizarse. Pero al final de una rampa, de pie
sobre la bici con un pedaleo típico de su época de carretero… veíase a lo lejos
el culo del oskitar!! Km 73.
Sin subir el ritmo le cogimos y uno de los
chicos siguió para adelante. Yo me puse a rueda de mi amiguete y entramos en un
sendero muy divertido previo al último avituallamiento del km 80. Empecé a
notar esa típica euforia pre-pájara.


Las fuerzas estaban justitas. Nos dijeron que
quedaban 8km de subida y luego todo bajada, pero tuve la sensación de que algo
no iba bien, como un mal presagio de una encerrona. Bebí bien y no paré apenas,
quería que todo pasara cuanto antes. Oskitar se quedó haciendo un pipí y yo fui
tirando, sabía que me cogería. Empecé con buen ritmo pero pronto empezaron las
pendientes fuertes y el sol era de justicia, debían ser poco más de las dos.
Tras tres km
de fuerte subida, donde alcanzaba mi vista, el camino parecía entrar en
una zona frondosa y me pareció ver caminando a un chico que veía a lo lejos. No
presté atención, además por la disposición del terreno creía que ahí debía
haber un descanso y el camino debía discurrir por la ladera boscosa.
Cuando llegué a la valla, antes de la zona
arbolada, lo último que vi en el camino
fue la sombra de una guadaña. El camino se empinaba aun más en una recta sin
fin y el pánico me invadió de repente.
Estaba power off, subía a 5km/h y empecé a
pensar que tendría que poner pie a tierra. Pero no era posible, la rampa debía
tener un 17% o así pero no era para echarse al suelo, no Mazinger, no, no lo
pienses, no.
Seguí
unas centenas de metros, pero la debilidad abrió la puerta a todo tipo
de demonios y me invadieron todos mis miedos. Sólo miraba el cuenta, comprobé
diez veces que tenía puesto todo el desarrollo, calculaba que me quedaban 4km
de subida, sudaba a chorros… al intentar espantar un moscón que se había puesto
en mi brazo me desequilibré, di un bandazo y… puse pié a tierra!!! Buahhh
respiré 15 segudos y, como si no me hubiera visto nadie, monté de nuevo y
seguí.
Tras una curva se veía el camino que se
perdía en la ladera de la montaña y a lo lejos tres chicos iban andando con la
bici arrastras. No podía ser!! Estábamos entre los veinte primeros!! Pensé que
a ese paso me quedaban tres cuartos de hora de subida, pensé que no tenía
fuerzas, pensé que me había dicho un lugareño que en la parte final había una
zona de barbecho brutal, pensé que además de lo perdido en el pinchazo perdería
media hora aquí por no calcular bien las fuerzas, pensé, pensé, pensé… puse pie a tierra. Empujé la bici
hasta un pequeño descanso, miré hacia atrás y vi al oskitar que venía dando
riñonadas, con molinillo, pero montado. Me alcanzó y me puse a rueda un rato.


No podía, necesitaba parar de nuevo,
aproveché una pequeña sombra para parar y coger aliento. Miró hacia atrás y me
vio. Los dos comprendimos que definitivamente nos separábamos y en ese momento
se me puso un nudo en la garganta, así fue. Ya no era una cuestión de perder
más o menos tiempo por un mal cálculo en el esfuerzo, es que me quedaban tres
putos kilómetros, sólo tres, pero no podía… no sé, creo que me entendéis.
Empujé la bici casi el último kilómetro
entero, no podía ni andar, estaba mental y físicamente derrotado. Como pude
llegué arriba y empecé el descenso. Era una trialera bastante chula y, aunque
soy un apasionado trialero, estaba deseando que se acabase porque me dolía
todo: los tríceps, los riñones, la espalda…
A media bajada empecé a calcular cuánto me
podría haber sacado oskitar, 10min, 12? Porque él también iba fundido. O sea
tenía que recuperar un minuto por kilómetro, era difícil pero no imposible. Los
brazos no me respondían, las trazadas eran de aquella manera, la bonita (mi
bici) iba por donde ella quería, pero… merecía la pena un último esfuerzo, no
podía ser de otra manera, Mazinger estaba derrotado pero no destruido. Di
pedales como un autómata… reflejamente. Llegué a meta… por poco, pero no pude
cogerle. Alguna lágrima me llegó a asomar de nervios, rabia, impotencia, no por
nada sino porque lo podría haber hecho mejor, media hora menos seguro. Pero
daba igual. Entré el veintitantos, no se. Ya solo pensaba en una cervecita
fresquita.


Cuando me recuperé pensé: adonde estamos
llegando? Donde nos lleva esta tendencia? Se nos está olvidando hacer rutas
divertidas en las que descubrir senderos, pistas y trialeras diferentes a los
que solemos hacer en nuestras zonas. Con dureza, si, por qué no, pero dentro de
un límite.
Estamos convirtiendo las maratones en gestas,
en machadas, cuanto más duras mejor, en las que el reto es hacerla o no
hacerla, donde los bikers tienen como recompensa su propio ego, el de decir: yo estuve allí y la
acabé. Nos hemos reducido a eso.
¿La nueva vara de medir a un mtbtero es el
tiempo que haces en los 10.000 del Soplao? Y pagamos por eso. Los que vamos “a
correrlas” no podemos disfrutarlas porque, qué huevos! son 100km con casi 4000m
de desnivel y hacer eso a tope es un desgaste físico monumental, épico. Los que
van “a disfrutarlas” tienen la presión del fuera de control y la mayoría no
pueden acabarla, porque además las organizaciones quieren recoger pronto el tinglado e irse a
casa.
Después de dos años de parón, éstos últimos
meses he ido cogiendo la forma perdida y he realizado: El soplao (165km 4500m),
Riaza B-pro (80km 1500m), Campeonato de
Madrid Maratón (88km 2400m), Pedals de foc non stop (220km 6200m), Rompepiernas
B-pro (40km 950m), El sacacorchos (55km 1100m) y Crestas (104km 3700m) y os
puedo asegurar que ni en el Soplao ni en la Pedals ni en Crestas he podido disfrutar del
mountain bike a tope.
He disfrutado porque he ido con amigos con
los que partirnos el pecho, jejeje pero poco más. Mi amigo Alex lleva montando
cuatro o cinco años y, pasados ya los cincuenta, fue un privilegiado de los que
terminamos las crestas. Pedaleó más de nueve horas para acabar.

Es un biker de los que diseña rutas para el
club, un apasionado. Se ha ido toda la semana con la mujer a Ezcaray para
disfrutar del entorno. Estoy convencido de que durante la ruta ha disfrutado
del track, las pistas, vistas, parajes etc que sinceramente son espectaculares.
Pero de igual modo estoy convencido de que el 90% de su satisfacción por la
noche fue el pensar Si, la he terminado! No ha podido conmigo! La sensación de
haber crecido como biker! Jejej es una máquina!
Los otros cinco chicos del club no pudieron
terminarla (acabaron poco más de la mitad de los que participaron). Pero tendríamos que reflexionar sobre esto.
Demasiado dura, pero el año que viene habrá 500 bikers!!! Estamos locos????